14 Matatías y sus hijos rasgaron sus vestidos, se vistieron de sayal y
se entregaron a un profundo dolor.
15 Los enviados del rey, encargados de imponer la apostasía, llegaron
a la ciudad de Modín para los sacrificios.
16 Muchos israelitas acudieron donde ellos. También Matatías y sus
hijos fueron convocados.
17 Tomando entonces la palabra los enviados del rey, se dirigieron a
Matatías y le dijeron: «Tú eres jefe ilustre y poderoso en esta ciudad y estás
bien apoyado de hijos y hermanos.
18 Acércate, pues, el primero y cumple la orden del rey, como la han
cumplido todas las naciones, los notables de Judá y los que han quedado en
Jerusalén. Entonces tú y tus hijos seréis contados entre los amigos del rey, y
os veréis honrados, tú y tus hijos, con plata, oro y muchas dádivas.»
19 Matatías contestó con fuerte voz: «Aunque todas las naciones que
forman el imperio del rey le obedezcan hasta abandonar cada uno el culto
de sus padres y acaten sus órdenes,
20 yo, mis hijos y mis hermanos nos mantendremos en la alianza de
nuestros padres.
21 El Cielo nos guarde de abandonar la Ley y los preceptos.
22 No obedeceremos las órdenes del rey para desviarnos de nuestro
culto ni a la derecha ni a la izquierda.»
23 Apenas había concluido de pronunciar estas palabras, cuando un
judío se adelantó, a la vista de todos, para sacrificar en el altar de Modín,
conforme al decreto real.
24 Al verle Matatías, se inflamó en celo y se estremecieron sus
entrañas. Encendido en justa cólera, corrió y le degolló sobre el altar.
25 Al punto mató también al enviado del rey que obligaba a sacrificar
y destruyó el altar.